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Sobre mi experiencia como voluntario en la CMMC

Sobre mi experiencia como voluntario en la CMMC

  Diego Cárdenas -

  01 de marzo de 2021

Salir de la universidad a enfrentarse al mundo laboral no es fácil, ahora, ¿cómo adquirir experiencia laboral y desarrollar lo aprendido en medio de una pandemia? Horas de extensa búsqueda, y una oportunidad aparece de la nada. ¿Vale la pena hacer un voluntariado?

Es agosto de 2020 y la incertidumbre del mundo se ha materializado en una amenaza invisible, pero de consecuencias nefastas. El diagnóstico era reservado, no solo para miles de pacientes, sino también para el futuro próximo de la sociedad. En medio de todo, gran cantidad de personas perdieron sus empleos, sus negocios y sus familias, y ahí estaba yo: recién egresado de un pregrado en publicidad que se acabó demasiado pronto. De repente, me encontré con un entorno hostil, y vi cómo todo lo que conocía cambiaba para siempre. Sentía que el mundo se había vuelto una película de terror en la que yo no era más que un extra. Un extra en busca de empleo.

Pasé horas y horas frente a mi computador tratando de encontrar algo que fuera adecuado para mí y que me gustara. Apliqué a varios trabajos en distintas organizaciones, esquivé una que otra oferta para involucrarme en el mundillo del mercadeo multinivel, fue una tarea ardua y desesperante. Un buen día, me encontré con un anuncio en Twitter de una organización que no conocía, lo cual no era raro, debo decir que aprendí sobre la existencia de muchas empresas, fundaciones y organizaciones sin ánimo de lucro en medio de todo este proceso de búsqueda de empleo. El anuncio era acerca de un voluntariado en la Corporación Mundial de la Mujer Colombia, leí de qué se trataba y decidí aplicar. Para ese entonces, ya había mandado varias (muchas) hojas de vida y me había acostumbrado a no recibir respuesta, admito que no esperaba tener una experiencia diferente esta vez.

Al día siguiente me contactó Alejandra Melo, la directora del Centro de Diseño e Innovación (CDI), con lo que me puse muy contento, sin embargo, sentí que debía disimular y puse voz de serio. Alejandra me hizo una serie de preguntas y pareció estar complacida con mis respuestas; para terminar la llamada, me dijo que Diana Sánchez, quien en ese momento era la líder creativa del CDI, se iba a comunicar conmigo a lo largo de los próximos días para entrevistarme. Por ese entonces estuve bastante pendiente de mi celular. Eso sí, como nada se da como uno lo espera, Diana me llamó un día por la mañana mientras desayunaba y estaba algo adormecido, nuevamente puse mi voz seria y contesté a la entrevista mientras caminaba en círculos en mi cuarto. Me alegra decir que, para mi sorpresa, me desenvolví con bastante destreza durante la entrevista.

Ya vinculado al CDI, me explicaron los detalles del convenio con la Agencia de Empleo y Emprendimiento de Compensar. Al iniciar el proceso de voluntariado, me vi retado a poder transmitir mis ideas a personas reales con problemas reales, debía fundamentar mis elecciones durante el proceso de diseño con argumentos y explicaciones técnicas. En ello Diana Sánchez fue de gran ayuda, pues me guió y me orientó para que no solo fueran buenos mis argumentos, sino también mis diseños. Recuerdo la emoción que sentí cuando quedó listo el diseño de mi primer logo (tengo pendiente enmarcarlo).

El tiempo pasó y llegó un nuevo grupo de emprendedores. En ese momento Diana decidió continuar su carrera en otro lugar y llegó Andrea Casas (quien hizo el mismo voluntariado que yo años atrás) para ocupar el cargo de líder creativa del CDI. Para el momento de su llegada yo había pulido bastante mi trabajo como diseñador. No obstante, Andrea me ayudó a consolidar toques finales que daban más valor a mi trabajo. En resumen, durante todo mi proceso me encontré con personas muy amables, que fueron siempre de gran ayuda y que creaban un ambiente de trabajo estimulante (a pesar de la virtualidad). También tuve la oportunidad de trabajar con emprendedores de distintas industrias, como el sector tecno químico, de moda, de arte, de gastronomía y hasta de recursos humanos.

La Corporación Mundial de la Mujer Colombia me abrió los ojos a la importancia del diseño social, y de ayudar a pequeños emprendedores para que vean materializados sus sueños. Debo decir que en medio de estos tiempos tan difíciles para todos, haber encontrado un lugar como el CDI fue un alivio para mi. No sé a dónde me lleven las circunstancias de la vida, muchas veces inciertas, pero lo que sí puedo decir con certeza es que este voluntariado me ayudó a ser consciente del valor del trabajo comunitario. Quisiera terminar agradeciendo a todas las demás personas que trabajaron conmigo y a los otros voluntarios. Si estás pensado en ser voluntario y estás leyendo esto, quiero animarte a que lo intentes tú también.