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Vivir desde el ejemplo

Vivir desde el ejemplo

  Claudia Cepeda -

  08 de febrero de 2021

Todos sabemos que la mejor forma de liderar es hacerlo desde el ejemplo. De nada vale extendernos en discursos sobre cómo se deben hacer las cosas si nosotros mismos no somos coherentes. Y pienso que la cuarentena, el trabajo en casa y el estudio en casa resultaron en una alineación sin precedentes para enseñar a nuestros hijos sobre la ética laboral.

Esta ética entendida como el conjunto de conductas laborales que llevan a que el trabajo quede hecho. Bien hecho.

Así, este es un momento en el que nuestros hijos nos están observando todo el tiempo y están viendo cómo nos comportamos en el mundo laboral. Saben entonces a qué hora llegamos, cómo trabajamos, saben si somos capaces de concentrarnos en nuestras tareas. Y más importante aun: Saben cómo nos comunicamos con las personas con las que trabajamos.

Nuestros hijos están aprendiendo de nosotros, desde el ejemplo, valores importantes como la puntualidad, la disciplina, la honestidad y el respeto.

Puntualidad porque saben a qué hora nos sentamos y a qué hora nos desconectamos. No podemos olvidar que la puntualidad es disciplina. En este caso, más que un tema de reloj se trata de disciplina de trabajo: consistencia con las rutinas, la hora de inicio, con los momentos importantes de desconexión, como la hora de almorzar; o el momento de “regresar” a la casa.

Disciplina vista desde otro punto de vista: desde la manera como trabajamos. ¿Nos bañamos? ¿Trabajamos desde las cobijas? o ¿tenemos una rutina tal como si estuviéramos yendo de manera presencial a la oficina? ¿Vemos televisión mientras atendemos temas en el computador? Nuestros hijos ven esto, y aprenden de nosotros sobre la manera de hacer las cosas.

Honestidad porque es claro que nadie está controlando nuestro trabajo. Nadie (con excepción de jefes altamente inseguros) está pendiente de cada instante de nuestro día laboral, y nuestros hijos son testigos de nuestra respuesta, honesta, a este voto de confianza. Porque lo que deben estar observando es que efectivamente, estamos trabajando. No estamos navegando internet mirando la vida de los famosos, ni estamos conectados jugando, ni estamos en modo pereza solo reaccionando ante el sonido de nuestro teléfono para “parecer” estar en lo que tenemos que estar.

Respeto porque además de escuchar nuestras conversaciones, el tono y la forma en que nos dirigimos a los demás; escuchan también nuestros comentarios posteriores a colgar el teléfono o a terminar la reunión. Ellos escuchan nuestras reacciones y sobretodo ven nuestros gestos, esos que el interlocutor con el que acabamos de hablar, no tuvo la oportunidad de ver.

Pero además, como están viviendo nuestro minuto a minuto en el trabajo, también están en posición de cuestionarnos. Y qué bueno que esto pase. Porque nos obliga a ser mejores: no solo por nosotros mismos, por crecimiento personal, sino porque ante nuestros hijos tenemos que ser siempre la mejor persona que podemos ser. Para ellos no hay cortinas… estando todos juntos en casa, nuestra vida, cada cosa que hacemos, se ha vuelto transparente.

Recojamos el momento y no dejemos que se escape de nuestras manos esta única oportunidad de vivir desde el ejemplo.